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jueves, 31 de octubre de 2013

LEYENDA DE LA CAPILLA DEL CRISTO

LEYENDA DE LA CAPILLA DEL CRISTO

Cuenta la leyenda que la Capilla del Cristo se erigió para honrar un milagro.
Dice la leyenda, que para los años 1750 más o menos, se había efectuado una carrera de caballos a lo largo de la calle Del Cristo. Uno de los participantes no pudo detener su caballo y se cayó por el precipicio. Don Tomas Mateo Prats, que era el secretario de gobierno para aquel entonces, invocó al Santo Cristo de la Salud y que el joven que cayó por el precipicio se salvó. Por agradecimiento al Santo Cristo de la Salud, Don Tomas Mateo Prats ordenó construir la Capilla.
          La verdad, no es esa. Estudios recientes hechos por Don Adolfo de Hostos confirman que el joven que cayó por el acantilado, si murió. Y que Don Tomas Mateo Prats ordenó erigir la Capilla para evitar tragedias futuras.

lunes, 28 de octubre de 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

Sellos del Apocalipsis

 Los 7 sellos de apocalipsis

El Libro Sellado. Los secretos del futuro; el destino de la obra redentora de Cristo. Aquí la creación entera se interesa en el resultado de la lucha milenaria. Esta visión de Juan describe el plan que Dios tiene para poner fin a los grandes problemas que han asechado a la humanidad desde su origen.

Vemos el sumo interés que Dios tiene en este asunto pues ha traído el dilema del pecado a un juicio final. El juicio es tan elevado que nadie es digno de hacerlo salvo el Cordero. Y es el León de Judá, el "cordero de Dios que quita el pecado del mundo" el que puede quitar los sellos. Al comenzar la visión se presenta como guerrero, como león. Pero desde ahora en adelante es llamado "Cordero". El león es el poder; el cordero el sacrificio y el padecimiento. Por contradictorio que parezca, el secreto de su derecho fueron sus sufrimientos. Su majestad se halla en su mansedumbre.
Los siete ojos representan la omnisapiencia. Los siete cuernos el poder que todo lo conquista. No sólo conoce el futuro, puede contemplarlo, evidencia plena de Su divinidad.

Es una escena verdaderamente trascendental. Los seres vivientes, los ancianos, las huestes angelicales y el universo entero está en éxtasis sobre la redención del hombre y la vindicación de Dios.

Sólo Jesús puede poner estos problemas en su verdadera perspectiva, ya que sólo su amor puede desenmascarar el pecado tal como es. En el Calvario, Jesús obtuvo la victoria sobre el pecado, y es en su calidad de Vencedor es que puede abrir el libro sellado. La visión de los siete sellos demuestra que El está consciente de nuestros problemas y la seria actitud que toma con él. Demuestra que Dios permite que el pecado siga su curso solamente por su amor abnegado y como creador sustenta la vida de aún aquellos en rebelión.

Conforme se van abriendo los sellos, se presenta ante Juan los desastres políticos del Imperio Romano y su conversión llegando hasta su fin. Al hacer esto, presenta las consecuencias que ha tenido la apostasía y el mal que surgiría de lo que era bueno en su comienzo (descrito por los distintos colores de los caballos y jinetes). Empezando con el evangelio puro se pervierte hasta ser perseguidora, trayendo hambre (física y espiritual), desastres naturales y el temor que se apodera de los corazones de los hombres.
Además cada sello es una señal bien definida del regreso de Jesús. Inmediatamente antes de su muerte dio señales que serían antes de su advenimiento. Es de suma importancia notar que por cuanto Juan escribe después de la caída de Jerusalén, estas señales son para el tiempo del fin.

En conjunto con las siete iglesias y las siete trompetas, forman el andamiaje principal del la Revelación. Llevarán el relato de la visión hasta su fin. El escritor presenta las ideas para luego ampliar los conceptos con muchos detalles.
Los 7 Sellos y sus interpretaciones
Sellos
Símbolos
Descripción
Períodos abarcados
PrimeroCaballo blanco
El jinete "tenía un arco . . . salió victorioso para que también venciese"
Primer siglo
SegundoCaballo bermejo
"Poder de quitar la paz de la tierra y que se maten unos a otros".
Segundo siglo hasta el Edicto de Milán, año 313.
TerceroCaballo negro
El jinete tenía un peso en la mano "Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario: y no hagas daño al vino ni al aceite".
Desde el Edicto de Milán hasta el Establecimiento del papado, año 538.
CuartoCaballo pálido
El jinete "tenía por nombre Muerte y el infierno le seguía: y le fue dada potestad para matar con espada con hambre, con mortandad, y con las bestias de la tierra".
Desde 538 hasta Ia Reforma Protestante.
QuintoLas almas debajo del altar
"Muertos por la palabra de Dios por el testimonio que ellos tenían... hasta cuándo Señor? . . . 1e fueron dadas sendas ropas blancas . . que reposasen un poco de tiempo"
Durante la Reforma.
SextoUn gran terremoto
Señales cósmicas en el sol, la luna y las estrellas (fugaces)
Desde el terremoto de Lisboa en 1755, hasta la venida de Cristo.
SéptimoSilencio en el cielo
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La segunda venida de Cristo

lunes, 21 de octubre de 2013

Celebrando a Celia Cruz



(La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad.
Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos -Dolores, Gladys y Barbarito- y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos.

Con otras canciones y nuevos forasteros calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y a las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición: su padre quería que fuese maestra, y no sin pesar intentó satisfacerle y estudiar magisterio, pero pudo más el corazón cuando estaba a punto de terminar la carrera y la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música.

Mientras tanto, Celia Cruz cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tangoNostalgias recibió en pago 15 dólares en Radio García Cerrá.

Más tarde cantó en las orquestas Gloria Matancera y Sonora Caracas y formó parte del espectáculo Las mulatas de fuego, que recorrió Venezuela y México. En 1950 ya había intervenido en varias emisoras cuando pasó a integrar el elenco del cabaret Tropicana, donde la descubrió el director de la Sonora Matancera, el guitarrista Rogelio Martínez, y la contrató para reemplazar a Mirta Silva, la solista oficial de la orquesta.
A lo largo de los años cincuenta Celia Cruz y la Sonora Matancera brillaron en la Cuba de Pío Leyva, Tito Gómez y Barbarito Díez; del irrepetible Benny Moré, del dúo Los Compadres, con Compay Primo (Lorenzo Hierrezuelo) y Compay Segundo... La Cuba de Chico O’Farril y su Sun sun babae, la de La conga de los Habana Cuban Boys, la de Miguel Matamoros con su Mamá, yo quiero saber de dónde son los cantantes, la de Miguelito Valdés con su Babalú... Celia aportó su Cao Cao Maní Picao y se convirtió en un éxito, y otro posterior, Burundanga, la llevó a Nueva York en abril de 1957 para recoger su primer disco de oro.

Celia Cruz se había ganado ya varios de los apodos y títulos con que quisieron distinguirla. Fue la Reina Rumba, la Guarachera de Oriente y, desde las primeras giras -por México, Argentina, Venezuela, Colombia...-, la Guarachera de Cuba.

Era la Cuba corrupta y bullanguera de Fulgencio Batista. Cuando el dictador se vio obligado a refugiarse en la República Dominicana ante el triunfo de los castristas, el 1 de enero de 1959, la orquesta tuvo que andar otros caminos. Según la cantante, desde entonces soportaba mal que le dijeran qué y dónde tenía que cantar. El 15 de julio de 1960 la banda en pleno consiguió el permiso para presentarse en México y, una vez allí, en parte impulsada por el agravamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, decidió no regresar.

Después de un año de aplausos en la capital azteca, Celia Cruz se mudaba a Estados Unidos y sellaba su primer compromiso para actuar en el Palladium de Hollywood. Si bien declaró en aquellos días «he abandonado todo lo que más quería porque intuí enseguida que Fidel Castro quería implantar una dictadura comunista», su furibunda militancia anticastrista nació después, a partir del 7 de abril de 1962, cuando supo de la muerte de su madre y no pudo entrar en la isla para asistir al entierro. Llegó a confesar incluso que estaba dispuesta a inmolarse haciendo estallar una bomba si con ello hacía desaparecer «al Comandante».

Tres meses después, el 14 de julio de 1962, Celia Cruz se casó con el primer trompetista de la orquesta, Pedro Knight, quien a partir de 1965, en que ambos dejaron la Sonora, se convirtió en su representante. Celia Cruz inició su trayectoria como solista junto al percusionista Tito Puente, con el que grabó ocho álbumes. Los jóvenes hispanos de Nueva York la descubrieron en 1973 en el Carnegie Hall, cuando integraba el elenco de la «salsópera»Hommy, de Larry Harlow.

Posteriormente, participó en un legendario concierto grabado en vivo en el Yanquee Stadium con The Fania All-Stars, un conjunto integrado por líderes de grupos latinos que grababan para el sello Fania. Ya era famosa en 1974, cuando grabó el disco Celia & Johnny con el flautista dominicano Johnny Pacheco, considerado el primer clásico del género.
Desde entonces, el éxito fue una constante en centenares de conciertos coreados por un público entregado al grito de su Bemba colorá. Esa voz electrizante, su alegría contagiosa y el llamativo vestuario fueron pronto una bandera de identidad de los inmigrantes. Ella, a su vez, terminó por asumir el rol de estandarte del anticastrismo.


Como tal, Celia Cruz quiso dejar su impronta también en el cine, y participó como actriz -ya lo había hecho varias veces como cantante- en Los reyes del mambo(1992) y Cuando salí de Cuba (1995), porque ambas películas reflejaban historias de los primeros exiliados cubanos, en parte cercanas a la suya. Aunque la suya fue única, y así lo entendieron los miles de compatriotas que desfilaron ante sus restos despues de que falleciese el 16 de julio de 2003, a los setenta y ocho años de edad, en Miami y Nueva York, donde recibió sepultura.
También los cubanos de la isla, pese a la prohibición oficial de su música después de más de cuarenta años, reconocían su valor de guarachera universal, la más grande embajadora musical de Cuba. Pocos días después de su fallecimiento fue homenajeada por sus compañeros de profesión en la gala de entrega de los Grammy latinos.

«¡Azúcar!» era su potente grito infeccioso, la contraseña de apertura y cierre de sus conciertos y la clave para hacerse entender en todo el mundo. Difícilmente alguien ha bailado más -y ha hecho bailar más- que esta cubana de sonrisa contagiosa y persistente que conquistó adeptos de todas las latitudes a lo largo de más de cincuenta años de exitosa trayectoria. Cantante de guarachas, danzones, sones y rumbas en sus comienzos, Celia Cruz siempre estuvo abierta a nuevas experiencias que la llevaron a abordar otros ritmos y a unirse a proyectos en principio arriesgados para una artista consagrada.
Así se erigió en la imagen distintiva de la salsa con orquestas como las de Tito Puente, Willie Colón, Ray Barretto o Johnny Pacheco, y así llegó a cantar incluso rock o tango, y a unir su poderosa voz a la de intérpretes tan dispares como el británico David Byrne, el rumbero gitano Azuquita, el grupo argentino Los Fabulosos Cadillacs, los españoles Jarabe de Palo y el rapero haitiano Wyclef Jean, además de improvisar duetos con sus amigas Lola Flores y Gloria Estefan, y con Dionne Warwick o Patti Labelle.
Enfundada en sus fastuosos y extravagantes vestidos, tocada con pelucas imposibles y encaramada sobre esos zapatos únicos de alto tacón inexistente, Celia Cruz conservó hasta casi el último momento una vitalidad insólita. Feliz con su flamante Grammy al mejor álbum de salsa por La negra tiene tumbao, en el verano de 2002 celebró su 40º aniversario de matrimonio con una fiesta que le organizó la cantante Lolita Flores en Madrid.

En noviembre, durante un concierto en el Hipódromo de las Américas de México, D. F., empezó a perder el control del habla. Al regresar a Estados Unidos se sometió a la extirpación de un tumor cerebral, pero al final no hubo remedio. Aun así, el 13 de marzo apareció por última vez en público cuando la comunidad latina le tributó un homenaje en el teatro Jackie Gleason de Miami, que ella rogó que no fuera como una despedida. Se sentía optimista y con fuerzas. Por esos días, entre febrero y marzo, grabó un último disco que no llegó a ver editado, Te entrego el alma.